Thursday, March 22, 2012

Los viajes cósmicos de YURT


HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy es ocasión de hablar de YURT, un poderoso trío dedicado a cultivar una electrizante forma de eclecticismo rockero donde confluyen el space-rock, el stoner, la psicodelia progresiva, el kraut guitarra-cétrico y el rock pesado de vieja escuela. Formado a fines de 2006 por Steven Anderson (guitarra, sintetizadr y voz), Boz Mugabe (bajo, sintetizador y voz) y Andrew Bushe (batería), YURT declara que su ideologá musical está fuertemente focalizada en “dirigir experimentos en las áreas más amplias del rock progresivo” – así lo dicen en su blog de Myspace. El disco debut de la banda, “Ege Artemis Yurtum”, fue editado en diciembre de 2009, y dos años después, también en el mes de diciembre, el sucesor “Archipelagog”: podemos considerar a los dos discos como sendas fases de un único viaje musical signado por la vitalidad, la intensidad y la magia.


 “Ege Artemis Yurtum” empieza con un aura de resplandeciente nocturnidad de tendencia stoner a manos de ‘Flight Of The Intergalactic Mallard’: la viril muscularidad expuesta en el entramado instrumental halla su encuadre perfecto en la robusta estructura rítmica desarrollada en la base. El GURU GURU DE “KanGuru” hubiera estado orgulloso de idear esta ágil tormenta rockera, pero se designio esa reservado ara YURT en el tercer milenio. ‘Run The Gauntlet’, el tema que sigue a continuación, capitaliza esta muscularidad en una suerte de híbrido entre HAWKWIND, BLUE OŸSTER CULT y BLACK SABBATH. Tras estos más de 9 minutos de visceralidad rotunda e inapelable, siguen 11 ¾ minutos de ‘Bushmeat’ con más de lo mismo. El grupo se siente muy cómodo ajustando y reforzando las tuercas de su tormentosa maquinaria psicodélica, y de hecho, ‘Bushmeat’ desarrolla una imponente revitalización de la sofisticada rudeza que ha venido imperando hasta ahora. ‘Mog’s Brain Tumor Diagnosis’ y ‘The Fear Of All Sums’, los dos temas que sucesivamente ocupan los últimos 27 minutos del álbum, recogen esta cosecha de sofisticación y trasladan la contundencia esencial del trío hasta niveles épicos. ‘Mog’s Brain Tumor Diagnosis’ nos brinda una efectiva ilación de motivos bien definidos, comenzando con un despliegue de visceralidad bien insertada en la ideología del heavy prog, para luego pasar a una sección más áspera donde la dinámica rítmica adopta una actitud un tanto ceremoniosa. La intervención del canto anuncia el pronto tránsito a una nueva sección donde la banda reformula la intención inicial de tal modo que la triangulación de los neuróticos riffs de guitarra y la urgente vitalidad pulsátil de la dupla rítmica llena todos los espacios que se expanden en el éter. Con una sonoridad tan incendiaria y frenética, el terreno está preparado para generar una coda donde los recursos de densidad sirven para darle un viraje fresco a la permanente intensidad. Por su parte, ‘The Fear Of All Sums’ se encarga de concretizar concienzudamente los deseos del trío por llegar a niveles de magnificencia climática. La clave para ello es que el grupo adopta una cierta aureola de elegancia como revestimiento de su esencial rudeza, incorporando una mayor presencia de capas de sintetizador en algunos pasajes, manejando cadencias rítmicas más gráciles en otros, abriendo espacios para el desarrollo de ornamentos space-rockeros en algunos interludios, así como de extensos parajes caóticos donde el grupo juega a explorar las posibilidades de la deconstrucción. Son 17 ½ minutos de exaltación sonora donde el disco alcanza su pináculo conclusivo.



Pasamos ahora al segundo disco, “Archipelagog”. La pieza homónima ocupa los primeros 14 ¼
minutos del álbum, y ya desde el punto de arranque se nota a un grupo que está más curtido y refinado en su manera de explayarse en sus viajes psicodélicos: la fluida ilación de los diversos jams, la ingeniería de la dupla rítmica y los arreglos que reciclan la polenta rockera en curso concretizan una prestancia especial en el bloque sónico, a la par que preservan la fiera vitalidad que es “marca registrada” del trío. Luego sigue ‘The Wretch’, tema que despliega una visceralidad punzante tras un preludio expectante: la pulsación temática sostenida sobre una machacona maquinaria rítmica hace que el tema suene a una especie de reconstrucción NEU!-iense de unos jams inspirados en los legados de HAWKWIND y ASH RA TEMPEL. ‘Rat Nebula’ es un interludio de poco más de 3 minutos donde el grupo explora un enérgico jam de ribetes arábigos, abriendo así camino a ‘Xeric Ascension’ a la par que opera como apéndice perfecto para el fulgor electrizante de ‘The Wretch’. ‘Xeric Ascension’ es una pieza de 13 minutos y pico de duración que muestra nuevamente a la banda en un posicionamiento creativo que le permite amaestrar los efluvios de energía lisérgica sobre los hombros de variadas cadencias rítmicas a través de consistentes ambientes cargados de vitalidad. Retomando patentemente la contundente fiereza de los dos primeros temas – especialmente enarbolando una vinculación con la muscular sofisticación del primero – , cabe añadir que el grupo incrementa su gancho en esta pieza, dándole grooves especialmente llamativos al punche que continuamente se va desarrollando a lo largo de las diversas secciones de la pieza: hay ciertos pasajes donde se filtra cierto tufillo a lo BLACK SABBATH en medio de toda esta aventura psicodélico-progresiva. Aquí tenemos un cénit del álbum. Con ‘A Dystopian Gyre’ se nos devela un puente de flotantes sonoridades electrónicas, un breve trayecto aleatorio hacia lo que será la magia alucinada de ‘Cicada’, la monumental pieza que ocupa los últimos 19 minutos del álbum. El primer cuerpo de ‘Cicada’ se basa en un motivo ceremonioso sobre un compás semi-lento, oportunamente adornado con escalas de órgano, muy a lo PINK FLOYD de la etapa 68-71. Poco después de pasar la frontera de los 3 minutos, el grupo vira hacia un nuevo recurso de visceralidad rockera, al estilo de HAWKWIND. Más adelante, el grupo se traslada a una dimensión de improvisaciones cósmicas y pulsaciones musculares que tienen mucho de Floydismo, kraut y avanzada cibernética. Esta sección se cierra de manera fastuosa, con un aire de expectativa marcado por la interacción entre las capas cósmicas de sintetizador y los efectistas golpes de tambor. Pero lo que parece una solución final es en realidad un pasadizo hacia el reprise de la sección pulsátil que tuvo lugar anteriormente, articulado con una realzada voracidad en su fulgor rockero, al modo de una nave que se enfila hacia la Luna para estrellarse sobre un cráter y generar un auténtico Armagedón satelital. Al terminar la experiencia de ‘Cicada’, queda claro que su rol es el de instaurar un segundo y definitivo clímax para el álbum.

A partir de nuestro balance general de “”Ege Artemis Yurtum” y “Archipelagog”, YURT se revela como un grupo que sabe mantenerse fijo sobre su propio terreno familiar sin dejar por ello de sonar fresco con cada nuevo viraje que tiene lugar dentro de la expansión de una pieza particular: tiene la confianza y prestancia necesarias para mantener un posicionamiento musical vibrante en medio de las estrictas coordenadas bajo las cuales escoge el modus operandi de su creatividad rockera. Prog psicodélico que obsesivamente añora aquellos tiempos de emergencia y reacomodo de las vertientes psicodélica y space-rockera del género progresivo, esto es lo que nos ofrece YURT y lo que debemos valorar con agrado y esperanzas respecto a futuros lanzamientos fonográficos.

Muestras de “Ege Artemis Yurtum”.-

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